Los estudiantes secundarios, adolescentes de entre 14 y 17 años, construyen un nuevo texto histórico, denunciando a través de sus cuerpos y movimientos, la existencia de una crisis de la educación chilena, la falta de compromiso, profesionalismo y voluntad política de los gobiernos recientes y la élite política en general, la indolencia y maldad del sistema neoliberal que nos domina.
Queremos más y mejor educación, una educación digna, una educación igualitaria. Son algunas de las palabras que se pierden bajo el ataque de los discursos dominantes de las élites y los medios de comunicación que establecen a cada rato, nuevas restricciones a la vida democrática.
El gobierno y los MCM se apropian del discurso social y establecen ciertas claves de control para situarse en mejores condiciones en el conflicto: criminalización de la juventud y de acciones ciudadanas legítimas como las marchas, infantilización de los adolescentes deslegitimado sus argumentos, cerco medial y político al mundo estudiantil tratando de aislarlos de otros actores como las madres, los apoderados y los profesores. Más allá, se trata de que las comunidades sean solo observadoras expectantes e inseguras, inmovilizadas en sus derechos (por ejemplo, a la educación).
A la soberbia de las élites políticas e intelectuales, se suman las tendencias tecnocráticas hoy día en el gobierno y las conductas autoritarias y represivas que se mantienen en el accionar de los sectores dominantes. Se suman entonces buenas intenciones, miradas desconfiadas, burbujas, vanidades, negocios sucios, amoralidades y desmoralidades.
El conflicto, como una comedia de equivocaciones, se constituye en un estado de caos, donde a pesar del grave deterioro de la calidad de vida social y el capital social reinante en nuestra sociedad, es parte de ella que se “mueve” y erosiona las escrituras que describen hoy la historia. Dialéctica que nos indica el estado de nuestras vidas cotidianas y nuestras “verdades sociales”. La toma de posición de cada uno es un signo de los tiempos y un destino.
Nuestros jóvenes hoy día, luchan por enfrentar el anti-destino del sistema que los expulsa y en su testimonio, más allá de sus excelentes capacidades argumentales postmodernas, se visionan futuros que podemos compartir. No perdamos la oportunidad de construir otro mundo posible.
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